En este tercer ejercicio de "Pensamiento Computacional II", se produce un encuentro entre dos entidades contrastantes, las cuales se sumergen en la fusión de elementos únicos. La primera, una entidad radiante y la otra envuelta en la penumbra. En esta conjunción, más que un simple encuentro, se experimenta la formación de una armonía visual. El brillo dorado y la solidez del negro se integran de manera elegante y equilibrada, reflejando una conexión que va más allá de la estética.
Es como si estas partes, al encontrarse, descubrieran una afinidad única, creando una composición que no solo es visualmente placentera sino que también transmite una sensación de coexistencia perfecta. La dualidad entre el brillo y la oscuridad se convierte en un lenguaje estético que resalta la belleza en la diversidad.